Extracto del libro de los periodistas deportivos
Juan Cristóbal Guarello y Luis Urrutia O'Nell
"Historias secretas del fútbol chileno"
" El domingo 10 de septiembre de 1978 Chillán estaba de luto. El sol, presagio de la primavera, iluminaba una ciudad sumida en la tristeza. A las 10:45 había fallecido, victima de cáncer, Nelson Oyarzún, el técnico del club local, Ñublense. El "Consomé" Oyarzún era un hombre muy querido. Su carácter exuberante, sus excentricidades, sus declaraciones explosivas y su mentalidad ganadora lo hacían un personaje singular en un lugar caracterizado por la quietud y la sombra de la arboleda.
Sin embargo, el plantel de Ñublense no tenía tiempo para lamentarse. Ese mismo domingo debía enfrentar a Colo Colo en el Estadio Municipal. El partido era importante para ambos equipos. Mientras Ñublense luchaba por zafar de los últimos lugares y un posible descenso, los albos venían cumpliendo una mala racha, con varias fechas sin ganar, lo que hacía peligrar su clasificación a la liguilla de Copa Libertadores. La pobre campaña de Colo Colo había significado la cesación del técnico Sergio Navarro y el contrato del ex astro de Universidad Católica Alberto Fouilloux como nuevo entrenador.
Con todo, a la hora de los pronósticos pocos se la jugaban por Ñublense. Tanto la revista Estadio como Miguel Jacob Helo, el autodenominado "Mago de la Polla Gol", indicaban a Colo Colo como rotundo favorito para ganar el duelo. Helo no había dudado en recomendar, en sus programas de radio Portales y Canal 9: "Partido uno, juéguele al visitante Colo Colo. Además, equipo que estrena técnico gana siempre".
A las cuatro de la tarde, más de ocho mil personas llegaron al Estadio Municipal, que ese mismo día fue rebautizado "Estadio Nelson Oyarzún". Los chillanejos, conmovidos y entusiasmados, coreaban a viva voz: "¡Oyarzún! ¡Oyarzún! ¡Oyarzún!", y también: "Y ya lo ve, y ya lo ve, es el equipo del Consomé". Pero el "Consomé" no estaba, y en la banca de Ñublense se sentó Juan Abel Ganga, asistido por Orlando Aravena, ex entrenador de Colo Colo, quien se sabía al dedillo cada movimiento táctico de sus antiguos pupilos.
Oyarzún había dirigido el equipo por última vez un par de semanas antes, en el Estadio Nacional, contra Universidad de Chile. En esa ocasión se le vio enfundado en un grueso abrigo negro y con boina, ropajes que no alcanzaban a ocultar su figura cadavérica, la de un hombre que estaba por perder su pelea contra el cáncer. El encuentro fue muy intenso. Los jugadores locales, motivados por la muerte de su entrenador, superaron a su contrincante en todos los sectores.
Ocurrió que Oyarzún, en la agonía, les había pedido un último deseo: "Gánenle a Colo Colo".
Al finalizar el juego los jugadores de Ñublense se abrazaron sin saber si celebrar o llorar. Mario Cerendero decía a los periodistas con voz entrecortada: "Esta mañana me llamó Nelson desde el hospital y me dijo que iba morir. Antes de contestarle nada, me pidió que jugáramos hoy y que le ganáramos a Colo Colo"